Armas auditivas

 

En una de las secuencias más recordadas de la película Apocalypse Now, “La Cabalgata de las valquirias”, de Richard Wagner, resuena en los altavoces de un escuadrón de helicópteros del ejército estadunidense, mientras los francotiradores arrasan con una aldea controlada por el vietcong. Desafortunadamente, la música utilizada como instrumento de guerra no es una ficción producto únicamente de la imaginación de Francis Ford Coppola.


El grupo Rage Against the Machine protestando durante un concierto por la tortura en Guantánamo Fotografía: Chiaki Nozu

Las óperas de Wagner –las favoritas de Hitler, a decir de los historiadores– fueron utilizadas por los nazis como propaganda, reproducidas en los campos de concentración como tortura y retransmitidas por radio en algunos tanques para incentivar a los soldados germánicos durante la segunda guerra mundial. Todo lo cual ejemplifica el uso bélico que dieron los alemanes a la música, mas no el “carácter nazi” del trabajo de Wagner, injustamente identificado en múltiples ocasiones con la ideología hitleriana.

Más recientemente, el uso sistemático de la música como arma ha sido practicado principalmente por Estados Unidos, de acuerdo con la renombrada musicóloga neoyorquina Suzanne G. Cusick. El “bombardeo acústico”, afirma la experta, se evidenció públicamente cuando en 1989 las tropas de EU atacaron durante quince días consecutivos, con ráfagas de rock pesado a volúmenes fortísimos, al entonces presidente de Panamá, Manuel Antonio Noriega, en aras de su rendición.

A finales de 2004, los marines estadunidenses hicieron gala de tanques equipados con modernos sistemas de bocinas en una de las campañas más cruentas en Irak, la de Fallujah. Canciones como “Hell’s Bells”, de Metallica, fueron usadas como si fueran “bombas de humo”, cuyo “objetivo es desorientar y confundir al enemigo para ganar una ventaja táctica”, según declaró el vocero del ejército Ben Abel a la reportera Lane DeGregory del St. Petersburg Times en aquel año.

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