En la llamada guerra contra el terrorismo, la otra aplicación
que ha dado a la música la Agencia Central de Inteligencia de EU –la CIA– es la tortura,
clasificada como parte de las conocidas psyops: operaciones meramente
psicológicas que prescinden de la violencia física para lograr objetivos
políticos y militares. Prisioneros maniatados y en posiciones incómodas, con
audífonos amarrados en la cabeza y encerrados solos en celdas de castigo por
largos períodos de tiempo, a veces horas, a veces días enteros, escuchando la
misma canción a decibeles altísimos, ha sido una de las prácticas comunes en las
prisiones de Guantánamo en Cuba, Abu Ghraib en Irak y Bagram en Afganistán,
según testimonios de presos e investigadores en derechos humanos.
Bob Singleton, el compositor de la conocida melodía “I love
you” (“Te quiero yo”) de Barney el dinosaurio, jamás habría imaginado que su
cantinela se convertiría en la favorita de los interrogadores en los centros de
detención de Estados Unidos, seguida de cerca por las tonadas de Plaza
Sésamo, “Enter Sandman”, de Metallica; “Fuck Your God”, de Deicide; “We’re
the Champions” de Queen, y otros éxitos de artistas como Eminem y Bruce
Springsteen.
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Algunas canciones del programa Plaza Sésamo son usadas por interrogadores en los centros de detención de Estados Unidos |
Músicos como Singleton han afirmado que lo que se haga con sus
canciones está más allá de sus manos, ya que “no estamos hablando de dinamita o
dispositivos nucleares, la música es sólo música”. Mientras que otros, como
Christopher Cerf, compositor de Plaza Sésamo, se escandalizó tanto al
saber que sus más de doscientas melodías, pensadas para enseñar a los niños a
leer y a escribir, se utilizan para torturar, que decidió emprender una
investigación al respecto en el documental Songs of War de la
televisora Al Jazeera.
Artistas de la talla de R.E.M.,
Pearl Jam, Nine Inch Nails, Rage Against the Machine, Massive Attack, Billy
Bragg, Steve Earle y Rosanne Cash se declararon en contra de la tortura musical
al unirse a la campaña “Zero Db” (cero decibeles) de la asociación de derechos
humanos británica Reprieve, que lucha contra su uso. Para sacar la problemática
a la luz, Massive Attack estrenó un cortometraje en 2010 con su canción
“Saturday Come Slow” como soundtrack y entrevistas a Ruhal Ahmed,
víctima de tortura musical, mismo que fue dirigido por Oliver Chanarin y Adam
Bloomberg, y proyectado por el grupo en sus conciertos en calidad de franco
manifiesto contra el uso de su música en interrogatorios.
Entrevistado por la BBC Radio, Rick
Hoffman, vicepresidente de la Asociación de Veteranos Psy Ops, afirmó en 2003
que la música y otras técnicas como la privación del sueño no son letales y que
tampoco tienen “un efecto permanente, pero sí funcionan para colapsar la
voluntad del individuo que se resiste al interrogatorio”. Por su parte, el
exprisionero de Guantánamo Moazzam Begg aseveró en 2012 para el mencionado
documental de Al Jazeera: “la música representa una de las peores torturas que
he experimentado”.
La respuesta de Amnistía Internacional al respecto ha sido que
tales tácticas podrían constituir tortura y estar en contra de los Convenios de
Ginebra. A nivel gubernamental, Barack Obama ordenó su eliminación desde su
llegada al poder en 2009; sin embargo, se cree que se continúan practicando de
manera secreta en prisiones alrededor del mundo.
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