Un término marxista que significa una actitud mental presente dentro de las estructuras del capitalismo, que está equivocada en cuanto a sus propios deseos y necesidades.
Los marxistas suponen que entonces existe una separación entre la situación verdadera y su fenomenología.
Adorno percibía esto en términos de lo que él llamaba la industria cultural, donde el arte es controlado y planeado por las necesidades del mercado y es dado a un pueblo pasivo que lo acepta.
Lo que es comercializado es un arte que no cambia y que es formalmente incoherente, pero que sirve para dar a la audiencia ocio y algo que mirar.
El arte - para Adorno - debe ser subjetivo, cambiante y orientado contra la opresiva estructura del poder.
Él clamaba que el kitsch es parodia de la catarsis, y también parodia de la conciencia estética.
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