Todo o nada, que dice Octavio Paz.
Nuestra neurosis traumática, expresada en el
Todo o nada, narcisismo individual y colectivo, es anterior a la teórica expresión del voto, donde, por supuesto, se repiten los componentes traumáticos. Sólo una educación adecuada y masiva, gradual, nos llevará a la elaboración de los múltiples duelos que llevamos como panteones ambulantes: lo cual es lo contrario de las decenas de planes de estudio, uno nuevo o más por cada gobierno, expresión de las pérdidas, de nuestra sicología traumatizada, sin constancia de objetos (
clave del desarrollo sicológico), armonioso, incompatible con la democracia vivida como un ideal, fuera de la realidad.
Esto no quiere decir que no se deba luchar por la democracia, sino lo contrario. La lucha se debiera dar empezando por ubicar los problemas, como hace Paz, para darles solución, desidealizándolos, como forma de exorcizar demonios. La idealización es lo opuesto a una verdadera relación, y siempre encubre persecuciones expresadas en lo que, creo, es el afecto más significativo hoy día: la desconfianza, que tiene su origen en las mil formas de abandono.
Octavio Paz, genial, claro, centra la pregunta del momento. ¿Podemos abdicar del
Todo o nada?
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