Ni siquiera requiere estar bien informado, ser culto, escribir bien o expresarse
con propiedad frente a un micrófono o una cámara de televisión. Sólo necesita
ponerse al servicio de los poderes fácticos hasta la autohumillación.
En el otro extremo están los periodistas que ejercen otro tipo de periodismos.
Críticos, independientes o simplemente fuera del círculo aquél.
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