Costumbres navideñas
Ángeles González Gamio
Otra bella tradición es el nacimiento; fue san Francisco de Asís en los inicios del siglo XIII, el que tuvo la feliz ocurrencia de representar en vivo el nacimiento del Niño Dios, en el pequeño pueblo de Greccio, en Italia. Poco después se representó con figuras de madera vestidas con tela; eran famosas las de Nápoles y de Génova. La hermosa costumbre pasó a España y luego a México, en donde de inmediato fue acogida. Las monjas fueron de las primeras en colocar nacimientos y a algunas, como las del convento de la Encarnación, les gustó tanto la idea que los tenían todo el año en sus celdas, convirtiéndose en un motivo de competencia para ver quién tenía el más hermoso. Para lograrlo cada una sacaba sus mejores talentos y empeños para cubrir a las figuras con las ropas más finas y elaborar complicadas decoraciones.
Las iglesias montaban sus nacimientos desde la Navidad hasta la fiesta de Reyes, costumbre copiada en todas las casas, que según el presupuesto se instalaba con sencillas figuritas de barro o finísimas de madera, cerámica o cera, lujosamente ataviadas, en complicadas representaciones, con infinidad de personajes. La marquesa Calderón de la Barca, que en el siglo XIX escribió unas cartas memorables de su estancia en México, como esposa del primer embajador español, se fascinó con los nacimientos mexicanos y los describe detalladamente en una de sus cartas. No hay que perderse su libro La vida en México.
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