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Qué mala suerte tienen los niños y las nuevas generaciones de haber nacido en México! Con la publicación de la reforma a la Ley Federal del Trabajo se le puso un motor nuevo a cualquier tipo de empleo de bajo salario, incluido por supuesto, el empleo informal.
Saskia Sassen señala que, en cualquier país del mundo el empleo es como un reloj de arena, amplio en su base inferior, así como superior y estrecho para la clase media. Pues, ahora, con el cambio en esta ley, la base que sostendrá la economía mexicana se hará con el tiempo cada vez más y más amplia. Hoy legalmente México es el paraíso fiscal para los dueños del dinero y cada vez será más frecuente que un coreano en Querétaro y un español en la Ciudad de México le pateé el trasero a cualquiera de sus empleados.
Ayer fui a una “supertienda”, una de todas las que tiene el imperio estadunidense en Pachuca. Ese era el primer día como cajero de Pepe. Él tiene 15 años, es originario de San Bartolo Tutotepec y desde los ocho años trabaja como “cerillo” en esta misma empresa. Hoy gana 750 pesos semanales por su empleo “formal”, que de conservarlo, en el futuro, con suerte podrá adquirir una casa de Infonavit y vivirá feliz formando su propia familia, con una pareja con la que compartirá la mayor parte de sus mejores años explotados por la empresa transnacional.
¡En ese momento la ciudadanía que hacía fila se desesperaba porque Pepe no tenía la habilidad para que la máquina leyera con rapidez el código del precio de los productos! Ante las protestas, malas caras y gruñidos de las personas, yo le indicaba al pequeño dónde estaban los códigos.
–Tranquilo, no pasa nada.
Pepe tiene ese hermoso sentimiento de ayudar a sus padres con su trabajo. Para esto debe llevar a casa el salario íntegro para su mamá, porque él no tiene en qué gastarlo. El pequeño es muy delgado, con su cabello lacio, peinado a la usanza del cómic japonés se me hace muy difícil olvidar. De él además destacan sus facciones del grupo étnico otomí, su derruida y decolorada camisa por tanto uso debajo del flamante chaleco que caracteriza a la tienda.
Lalo tiene 25 años, tiene el título de licenciado en derecho, está casado, tiene una beba de cuatro años, es supervisor de aboneros en Pachuca y gana 700 pesos semanales. Conseguir trabajo en una entidad sin oportunidades y con capitalismo primitivo es una gran tragedia. Apenas alcanza el dinero para pagar la renta del cuarto, los pañales y la comida de la familia ¡Algo se le tiene que ocurrir a esta pareja para sobrevivir! El cuarto que habitan es de azotea, sin aplanados en las paredes y techado con lámina. La independencia familiar y ser precoz en la formación de un linaje se paga con la exclusión de todo, hasta de la familia. Los dos integrantes adultos se organizan hasta donde es posible para cuidar a la pequeña Katia y traer dinero honesto y víveres a casa.
Estas son solo dos historias de las miles que se multiplican en Hidalgo. Los rostros de los niños me despiertan todas las noches. Por ellos escribo e intento cumplir con mi responsabilidad de darles voz por este medio, o cumplo con lo que hasta hace unas décadas se llamaba conciencia social. Espero, pronto tener la oportunidad de encontrarme con el presidente, diputados o senadores. ¿Cuánto les pagó Calderón por votar a favor de esa ley? ¿No sienten vergüenza que a cambio de dinero destriparon a México? Es muy doloroso observar tanta injusticia social, ¡cómo duele ver que la desigualdad social en México aumenta mientras estos actores se pavonean ante sus televisoras de manera convincente

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