Alebrijes


Son un eco del imaginario colectivo y la magia que encuentra su lógica en
el subconsciente, estos seres fueron matizados como míticos cuando su creador
argumentaba que la imagen de ellos tiene su origen en la creencia de que por la
noche los animales se convertían en plantas, por tanto el alebrije cobraba vida
cuando no era observado por ojos humanos.


El arte de la cartonería se practica en México desde la época de la Colonia, y entre sus objetos más emblemáticos destacan juguetes, calaveras, judas y alebrijes (en la imagen)

Uno y todos los seres a la vez

Aunque todo mundo está de acuerdo en llamarlos alebrijes, existen todavía muchas dudas acerca de por qué usamos este nombre. La palabra parece ser una invención reciente, aunque algunos afirman que es conocida desde hace mucho tiempo, especialmente en los estados de Guerrero, Veracruz y Guanajuato.

Según otras versiones, a los judas chiquitos los llamaban alebrijes en el estado de Guerrero y de ahí viene el uso de este sonoro nombre.

Las personas que hacen los alebrijes dicen que son “lo que está uno viendo y lo que está uno pensando”. Estas creaciones, que parecen escaparse del mundo de los sueños, materializan los ensueños y las pesadillas de sus realizadores.

Hay muchas personas a quienes los alebrijes les encantan; pero también hay algunos que opinan que son figuraciones o cosas muy feas, ya que muchas veces están mezclados con elementos diabólicos o relacionados con la muerte. En una sola de estas figuras se pueden encontrar partes de muchos seres al mismo tiempo, y es que bajo el nombre de “alebrije” podemos encontrar cientos y cientos de creaciones, cada una diferente de la anterior.

Hay, por ejemplo, gallos con cabeza de calavera y cuatro patas que sostienen un diablo; peces con patas de caballo; jaguares con cabeza de perro o iguanas con cabeza de ave, aunque por lo general son figuras inspiradas en los dragones.

Independientemente de si las figuras son amasadas, moldeadas o modeladas, la combinación de colores que se usa es muy importante, sin descuidar desde luego el misterioso dibujo de los diseños. A muchos viajeros los seducen los alebrijes y sus formas fantásticas. Pero no los utilizan para quemarlos, según la tradición de la quema de judas, sino que estos seres son objetos decorativos.

La familia Linares y sus alebrijes

Dentro de las personas que se dedican a fabricar alebrijes destaca la familia Linares. Según cuenta esta estirpe creadora de alebrijes, muchas de las ideas que inspiraron estos seres fueron sugeridas al señor Linares por el pintor José Gómez Rosas, “El Hotentote”, quien les encargaba adornos para los bailes anuales de la Academia de San Carlos.

El primer paso había sido dado. Después sería la imaginación la que dictaría las formas de los alebrijes a la familia Linares, quien tomando como base el diseño de Gómez Rosas lograron materializar mundos imaginarios y darle forma a un alucinante desfile de criaturas.
Origen de los alebrijes

Existen diferentes versiones, la más conocida dice que estos seres nacieron de un sueño. Pero no cualquier tipo de sueño: según cuenta la historia, Pedro Linares estaba muy enfermo y en medio de sus delirios conoció a los alebrijes. Un bosque fue el escenario donde aparecieron poco a poco cada vez más criaturas de formas y colores que cambiaban constantemente. Todas ellas eran diferentes, pero gritaban lo mismo: “¡Alebrijes, alebrijes!” Acabó la alucinación y cuando Pedro Linares comenzó a platicarle a su familia el sueño, empezó la magia; porque para explicar las formas y colores de las fantásticas criaturas no bastaron las palabras y fue necesario que hablara el papel.

Desde entonces los alebrijes, seres fugitivos de los sueños, formaron parte de las creaciones de Pedro Linares.

En otra versión, casi idéntica a la anterior, don Pedro Linares, en un sueño tuvo que cruzar un llano, denominado el llano de los alebrijes, y cuando despertó se encontraba muy enfermo. Entonces un fotógrafo especialista en fotografiar personas fallecidas, lo curó con una pomada hecha con hierbas de Oaxaca y un polvo. El misterioso fotógrafo no volvió a aparecer y cuando Pedro se recuperó dio forma a las criaturas de sus sueños.

Los alebrijes, al igual que muchos otros seres fantásticos, surgen de la imaginación humana y pueblan la tierra, el cielo o el infierno. Han heredado gran parte del carácter de los humanos: pueden ser bondadosos o despiadados, justos o arbitrarios. La sola evocación de su nombre, que ha salido del mundo de los sueños, nos lleva a un largo viaje de imaginación.

La familia Linares vive en el barrio de San Agustín Zoquipa (Balbuena-Merced) de la ciudad de México. Los hijos de don Pedro Linares, así como sus nietos, ayudan desde muy pequeños a las tareas de creación y ejecución de los alebrijes. Incluso algunos de los descendientes estudiaron diseño.

Los alebrijes de Oaxaca

Una tradición centenaria de tallado en madera, combinada con un imaginativo sentido de la forma y el don mexicano de idear juegos de colores brillantes y sorprendentes… todo se combina en los alebrijes o figuras de animales tradicionales de Oaxaca. Exhibidas en museos y galerías de Estados Unidos y el resto del mundo, estas obras se consideran la expresión máxima del arte folklórico mexicano. La calidad y popularidad de los alebrijes es un raro ejemplo de la unión perfecta entre el arte y el comercio. No obstante, tomó cientos de ańos desarrollar los tallados que tanto admiramos hoy.

Quizás la leyenda más interesante es la que cuenta de un oaxaqueńo que tuvo un sueńo en el que vio extrańas criaturas compuestas de los rasgos de varios animales. Emitían sonidos que él no comprendía, con la excepción de la palabra “alebrije”. Es así como recibieron su nombre. Se sabe que monjes dominicos enseńaron a los indígenas a tallar figuras decorativas en los altares utilizando el copal, una madera autóctona. Es también probable que en tiempos más recientes los escultores hayan imitado los diseńos de las figuras en papier maché de Ciudad México, también conocidas como alebrijes. Sin embargo, la experiencia de visitar el taller de un artista resta importancia a los orígenes de las obras.

Visitamos varios talleres en Arrazola, uno de tres o cuatro pueblos especializados en el arte de los alebrijes. Aprendimos que la creación de las figuras es a menudo asunto de familia. Los hombres casi siempre tallan las figuras y las mujeres generalmente las pintan. El tallado se realiza con machetes y cuchillos, sin herramientas eléctricas. La pintura se logra con una variedad de pinceles y esmaltes comerciales. Estos sencillos métodos de trabajo hacen que la sorprendente gama de fantásticas figuras pintadas sea aún más impresionante.

Las figuras que vimos representaban dragones, venados, conejos, armadillos, sirenas, diablos, ángeles, animales con caras de otros animales o seres humanos, personas con caras de animales, criaturas parecidas a reptiles, y mucho más. Todas estaban pintadas de colores inusuales y hasta chocantes. Entre nuestras múltiples compras seleccionamos una maravillosa pieza que representa una serpiente enrollada en un cacto, con un colibrí tomando el néctar de su flor. Fue un placer enorme conocer a estos artistas modestos pero talentosos y, a nuestro modo, participar en la tradición de los alebrijes.

Ningún alebrije es copia de otro

Desde hace tres siglos la cartonería se practica en el país, pues llegó en la época colonial para arraigarse en nuestras tradiciones. Entre los objetos más em-blemáticos que nacen de la imaginación y el talento de los artesanos destacan los juguetes, calaveras, alebrijes y judas.


Para el artesano Julio Tovón, el alebrije –al igual que otros objetos– que son producto de la imagineria popular mexicana. Se trata de la figura fantástica de un animal, que llama la atención por su color y forma. “Son piezas artísticas pero no han sido revaloradas, a pesar de que nosotros llevamos años jugando con el cartón, el engrudo y la pintura.
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