Quizá es verdad que en nuestra tierra, el movimiento surrealista no germinó como en otros países, pero como lo dijo alguna vez André Breton, en México se respira y vive el Surrealismo, ya sea con nuestras tradiciones como “El Día de muertos”, con nuestras culturas y leyendas, con los grabados que en vida imaginó y creó José Guadalupe Posada, que con sus ojos traspasaba la piel y carne de las personas, o con las pinturas crudas y llenas de folclore de Frida Kahlo y el contemporáneo Francisco Toledo, los famosos murales con alto contenido social de Diego Rivera o inclusive con la gran creación de los “Alebrijes” de Pedro Linares, obras que están impregnadas con el más puro surrealismo mexicano.
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André Breton, nacido en Tinchebray el 19 de febrero de 1896 fue escritor, poeta, ensayista y teórico del surrealismo. Se le reconoce como el fundador y principal referente del movimiento surrealistaVino a México en 1938, opinando que éste era realmente “un país surrealista”. He aquí un fragmento de su Recuerdo de México:
“Imperiosamente, México nos convida a esta meditación sobre los fines de la actividad del hombre, con sus pirámides hechas de varias capas de piedras correspondientes a culturas muy distantes que se han recubierto y oscuramente penetrado unas a otras. Los sondeos dan a los sabios arqueólogos la oportunidad de vaticinar sobre las diferentes razas que se sucedieron en ese suelo e hicieron prevalecer en él sus armas y sus dioses.
Pero muchos de esos momentos desaparecen todavía bajo la hierba corta y se confunden de lejos como de cerca con los montes. El gran mensaje de las tumbas, que por vías libres de toda sospecha se difunde mucho más que se descifra, carga el aire de electricidad.
México, mal despertado de su pasado mitológico sigue evolucionando bajo la protección de Xochipilli, dios de las flores y de la poesía lírica, y de Coatlicue, diosa de la tierra y de la muerte violenta, cuyas efigies, dominando en patetismo y en intensidad a todas las otras, intercambian de punta a punta del museo nacional, por encima de las cabezas de los campesinos indios que son sus visitantes más numerosos y más recogidos, palabras aladas y gritos roncos. Este poder de conciliación de la vida y la muerte es sin lugar a dudas el principal atractivo de que dispone México. A este respecto mantiene abierto un registro inagotable de sensaciones, desde las más benignas, hasta las más insidiosas.”
El pintor español Salvador Dalí después de una visita a nuestro país dijo: "De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas."

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