Andrés Manuel López Obrador
Periódico La Jornada
Martes 8 de diciembre de 2009, p. 11
Martes 8 de diciembre de 2009, p. 11
El pueblo de Oaxaca ha podido sobrevivir por su cultura. De ella
emanan su mística de trabajo, su talento y sus fuertes relaciones familiares y
comunitarias. Les ayuda su vinculación con la tierra y el mantener una economía
de autoconsumo, sustentada en la producción de maíz, frijol y aves de corral,
así como el cultivo del café, el aprovechamiento de los bosques, el tejido del
petate y del sombrero, las artesanías y otras actividades. En las ciudades del
país, en los campos agrícolas del norte y en el extranjero, es muy apreciada su
creatividad y su fuerza trabajo. En Estados Unidos los mixtecos se han ganado a
pulso la fama de ser de los mejores obreros del mundo.
El oaxaqueño es un pueblo ejemplar; a pesar de la aridez y lo abrupto de su
territorio, de la falta de empleos y del abandono gubernamental, se ha abierto
paso y salido adelante, enfrentando todo tipo de adversidades. En sus
comunidades lo que existe lo han hecho ellos mismos. Todo lo que uno ve al
llegar a un pueblo (las calles, la plaza, el templo, el palacio municipal, las
infaltables canchas de básquetbol) se ha construido con el esfuerzo de la gente;
es fruto de la cooperación y del tequio.La ayuda del gobierno estatal es prácticamente nula y los apoyos federales son muy escasos. Por ejemplo, en la ciudad de México todos los adultos mayores de 68 años tienen derecho a una pensión de 822 pesos mensuales, con un presupuesto de 4 mil 225 millones de pesos, mientras en Oaxaca, el programa de 70 y más no es universal y sólo garantiza 500 pesos al mes a quienes viven en poblaciones de menos de 30 mil habitantes, con una inversión anual de alrededor de mil millones de pesos.
Por el abandono del gobierno, Oaxaca es el estado con más pobreza y marginación en el país. Y en estos tiempos lo están resintiendo más. Partamos del hecho de que la gente tiene tres fuentes fundamentales para el sustento: la economía de autoconsumo, los apoyos gubernamentales y el dinero que proviene de la migración.
En el primer caso, lo principal es el cultivo del maíz. Esta bendita planta es lo que asegura que no falten los alimentos básicos, entre otros, la tortilla que se complementa con frijol, chile, nopal y permite paliar el hambre. Sin embargo este año, por el retraso de las lluvias, se perdieron las cosechas y han tenido que comprar el maíz.
La ayuda con recursos públicos para enfrentar la pobreza se limita al Programa Oportunidades –apoyo alimentario, energético y educativo– y al de adultos mayores, con una inversión global de 4 mil 157 millones de pesos. En general, las familias beneficiadas obtienen alrededor de 20 pesos diarios. Por último, la tercera fuente de ingresos son las remesas que en 2009 han disminuido alrededor de 18 por ciento, debido a la crisis económica en Estados Unidos y en nuestro país. El año pasado, por este concepto se recibieron en Oaxaca mil 456 millones de dólares y en el actual se estima que apenas se obtendrán mil 194 millones de dólares. Es decir, 262 millones de dólares menos, el equivalente a todo lo que se destina al Programa Oportunidades. A esta difícil situación habría que agregar la carestía de la vida provocada por los aumentos en los precios del maíz, frijol, arroz, aceite, azúcar y otros artículos de primera necesidad.
En mis recorridos pude constatar de cerca esta amarga realidad. Me partió el alma ver a hombres llorando cuando me expresaban la difícil situación que padecen y el abandono en que se encuentran. Todavía tengo fija la imagen de una mujer en San Miguel Huautla, en la Mixteca que, con esa serenidad escrupulosa de la gente que vive en la pobreza, me dijo que se le mueren sus manos de tanto tejer sombrero para sólo recibir 5 pesos diarios. Y de otra mujer zapoteca, morena, seria, con un marido inválido, en San Juan Lachigalla, que me encaró con firmeza cuestionándome que cómo le hacían si no cosecharon nada por la falta de lluvia y no tenían qué comer. Me dejó pensando largo tiempo y sólo alcancé a decir en mis adentros que precisamente ésta es la razón principal de nuestra lucha.
Es tanta la marginación de Oaxaca que hay pueblos que no cuentan con servicio telefónico. En el 95 por ciento del territorio de Oaxaca no hay cobertura para celular. Es el estado del país donde más me han pedido ayuda para gestionar la instalación de teléfonos públicos y domiciliarios. Por eso, desde San Miguel Piedras hice un llamado con este propósito a Carlos Slim, dueño de Telmex.
Si es impresionante el hecho de que en sólo 5 por ciento del estado funcionen los celulares, asombra aún más el mal estado de los caminos. Un dato: de los 570 municipios de Oaxaca, 290 no tienen camino pavimentado a sus cabeceras municipales. Me tocó transitar por terracerías donde se va a vuelta de rueda. Por ejemplo, para llegar a Amoltepec, que está a 350 kilómetros de la ciudad de Oaxaca, hicimos nueve horas de viaje.
En materia de salud también la constante es el abandono. Hay municipios sin médico y aunque en las cabeceras haya clínicas de primer nivel, los médicos sólo trabajan de lunes a viernes y en todas partes se carece de medicamentos. Escuché en distintas regiones la queja de que, por los malos caminos, los enfermos mueren cuando son trasladados a un hospital. Por ejemplo, en Choapam denunciaron que el hospital más cercano está a 5 horas de distancia, en Tlacolula. Es notoria falta de atención médica a niños con desnutrición y a mucha gente con padecimientos generados por la pobreza y enfermedades crónico-degenerativas como insuficiencias renales, diabetes y otras, que requieren medicamentos y tratamientos permanentes. También es triste constatar el desamparo en que se encuentran niños y adultos que padecen de alguna discapacidad y no cuentan con ningún tipo de apoyo. Aquí hago un paréntesis para señalar que hay un buen número de médicos jóvenes, mujeres y hombres, con sensibilidad social. Me los encontré en municipios muy apartados y ante la falta de infraestructura, equipo y medicinas, hacen lo que pueden con mucha entrega.
En cuanto a la educación, a pesar del esfuerzo de alumnos y maestros, es
notable el rezago. Las escuelas están abandonadas, con techos en malas
condiciones, faltan pizarrones, mesa-bancos, hay aulas construidas con
materiales precarios. Y lo más lamentable es que muchos niños y adolescentes
caminan hasta dos horas para asistir a la escuela y casi todos llegan sin
desayunar.
Hay infinidad de escuelas comunitarias en pequeñas localidades donde uno o
dos maestros imparten los seis grados. En San Francisco Huehuetlán, en la sierra
Mazateca, la maestra de la telesecundaria me contó que al inicio del curso tenía
40 alumnos de tercer grado y calculaba que apenas 20 terminarían porque muchos
abandonan la escuela para ayudar a sus padres en el campo e, inclusive, algunos
emigran desde esa edad. En San Juan Tepanzacoalco, agencia del municipio de San
Pedro Yaneri, en la Sierra Juárez, de 20 estudiantes que egresan de la
secundaria, sólo dos continúan sus estudios de bachillerato porque la prepa está
en Ixtlán, a cinco horas en camioneta de tres toneladas. Y así es en todas
partes. Sin embargo, también debo decir que muchos estudiantes de familias muy
pobres están estudiando becados en Chapingo, una universidad que, precisamente
por eso, es admirable y ejemplar.
También hay muchos problemas agrarios, sobre todo por disputas de límites
entre comunidades, que han sido desatendidos e incluso provocados, tanto por las
autoridades estatales como por la secretaría de la Reforma Agraria. En varios de
ellos han perdido la vida muchos campesinos. Uno de los conflictos más graves es
el que tiene Amoltepec con otros municipios vecinos. Ahí han muerto personas de
distintos pueblos sin que intervenga ninguna autoridad para conciliar y buscar
acuerdos. Lo contrario ocurrió entre Teojomulco y Texmelucan donde, básicamente,
por la voluntad de la gente, en 2005 se logró la solución de un litigio agrario
de 80 años, que había dejado un saldo de 450 muertos de ambos lados. En la
asamblea que tuvimos en Teojomulco, felicité a los habitantes de esos pueblos
por su disposición a aceptar un arreglo que los libró de seguir viviendo en un
ambiente de violencia. El presidente municipal de Teojomulco fue uno de los
principales promotores, a pesar de que le asesinaron a su hermano y a otros
familiares. De modo que hasta en estos casos tan complejos se pueden encontrar
soluciones pacíficas.
Además de la desatención, de la pobreza y de la marginación, los pueblos de
Oaxaca son víctimas de fraudes y todo el tiempo tienen que estar defendiendo sus
tierras y sus recursos naturales. Es doloroso saber que el dinero logrado con el
trabajo de migrantes es arrebatado por dueños de cajas de ahorro que, de la
noche a la mañana, desaparecen sin ninguna posibilidad de que se haga justicia.
Este problema me lo plantearon, sobre todo, en la mixteca, en Santa Cruz Nundaco
y en Santos Reyes Tepejillo.
A ello debe sumarse el acecho constante de empresas nacionales y extranjeras
que buscan explotar minerales y construir presas, despojando a las comunidades,
destruyendo el territorio y dañando el medio ambiente. En muchas partes, los
pobladores desconocen que a partir de las reformas al artículo 27 Constitucional
y a la Ley Minera, impulsadas por Salinas y por Fox, se han concesionado a
particulares 25 millones de hectáreas del territorio nacional para la
explotación en especial del oro, la plata y el cobre. En el caso de Oaxaca se
han entregado 335 concesiones a particulares para enajenar un millón 191 mil
hectáreas, es decir, 12 por ciento del territorio del estado.
Como es obvio, al llevarse a la práctica esta política privatizadora, de
pillaje, se originan graves conflictos entre las empresas mineras y los dueños
originarios de las tierras ejidales y comunales. En muchos pueblos de Oaxaca ya
se están padeciendo presiones para consumar el despojo de estos recursos
naturales del pueblo y de la nación. Y como en otras partes, el gobierno estatal
se ha puesto abiertamente del lado de las empresas extranjeras, forzando,
amenazando, chantajeando e, inclusive, reprimiendo las manifestaciones de
inconformidad. Por ejemplo, en Zaniza quieren explotar un mineral en contra de
la voluntad de la comunidad. Y por casualidad, desde hace tres meses no hay
médico y el centro de salud está cerrado. En San José del Progreso, donde
empresas canadienses están operando, en mayo pasado, los pobladores fueron
reprimidos con brutalidad por la policía del estado. Este mismo ambiente de
tensión se percibe en los municipios de Tututepec, Zenzontepec, Ixtayutla y
Tataltepec de Valdés, en la sierra Sur, porque se pretende construir en el río
Verde, con inversión extranjera, la presa Paso de la Reina. En esta zona hay un
movimiento de varios pueblos decididos a no permitir que se inunden sus tierras
y desaparezcan sus comunidades.
En suma, los pueblos de Oaxaca están viviendo uno de los tiempos más
difíciles de su historia milenaria. Padecen de pobreza, abandono, marginación y
despojo de sus bienes y recursos naturales. Y sin embargo, por su cultura e
inquebrantable resistencia, mientras dure el mundo, nunca perderán su gloria y
su grandeza.
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