Francisco Ramos Aguirre nos presenta en su bien documentado libro
Revolucionarios a la carta, las comidas que consumían los rebeldes y
los federales, conocidos como pelones; tanto los soldados del norte,
como los del sur.
Para los revolucionarios o rebeldes, Francisco Ramos anota como los principales productos alimenticios:
maíz, huevos, frijol, arroz, chocolate, galletas, cereales, azúcar, piloncillo y pan; entre las bebidas, “leche de vaca, pulque, café, aguardiente, tequila, leche de cabra, y mezcal…”
En Revolucionarios a la carta también se describe la carestía y la escasez que se vivió en las ciudades al faltar la producción en el campo mexicano.
En el libro se cita a Adrián Aguirre Benavides, autor de Madero el Inmaculado, que escribió sobre la simpatía de la gente al paso de los revolucionarios “… por un pueblo miserable, y de todas partes salen las mujeres, los ancianos y los hombres a ofrecerles gratuitamente tortillas, esquites, huevos y aguardiente”.
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