1910 fue un año de estrenos para México, de acuerdo con Genaro García, encargado de realizar las memorias de los festejos, los cuales se publicaron en el libro Crónica oficial de las fiestas del primer centenario de la Independencia de México.
Entre las obras públicas que inauguró el presidente Porfirio Díaz destacan el edificio de lo que fue el Manicomio General de La Castañeda, en Mixcoac, que fue derrumbado en 1968 pero hasta ahora es recordado por sus polémicos métodos para tratar a los enfermos mentales.
También se inauguraron las instalaciones de lo que era la Secretaría de Guerra y Marina y un nuevo edificio para la Secretaría de Relaciones Exteriores; además, se fundó el Servicio Sismológico Nacional.
La obra emblemática de esos festejos es la Columna de la Independencia, la cual se inauguró el 16 de septiembre de 1910. La primera piedra de este monumento se colocó en 1902; su proyecto estuvo a cargo del arquitecto Antonio Rivas Mercado y el diseño de la escultura, conocida como “El Ángel”, la realizó el escultor franco italiano Enrique Alciati.
Ese mismo día se inauguró el Hemiciclo a Juárez, localizado en la Alameda Central.
En varias ciudades del país también se estrenaron edificios públicos y monumentos. Por ejemplo, en Monterrey, Nuevo León, se construyó el Arco de la Independencia y el Monumento a Hidalgo. En Guadalajara, Jalisco, también se construyó un monumento a la independencia. En Hidalgo se inauguró el Reloj Monumental; Chihuahua estrenó su Palacio Federal y Querétaro su monumento y jardín Corregidora.
El gobierno de Porfirio Díaz, de acuerdo con la información recopilada por diversos historiadores, comenzó a organizar los festejos del centenario varios años antes. Así, en 1904 se programó la creación del Nuevo Teatro Nacional, hoy conocido como el Palacio de las Bellas Artes, el cual comenzó a edificarse en 1904 y su inauguración se planeaba para 1910. Sin embargo su construcción se interrumpió por los hundimientos del terreno y, después, por el comienzo de la Revolución Mexicana. Fue hasta 1934 que abrió sus puertas por primera vez.
Otras obras proyectadas sufrieron alguna metamorfosis. Por ejemplo, en septiembre de 1910, Porfirio Díaz colocó la primera piedra de lo que sería el Palacio Legislativo Federal Mexicano. La Revolución y la falta de recursos hicieron que el proyecto se detuviera. En 1938 renació, pero como Monumento a la Revolución.
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