Familias Confesoras

El Encuentro Mundial de Familias organizado por el Vaticano se anuncia estos días con el lema “La familia formadora en valores cristianos” y se centra en tres temas: las relaciones y los valores familiares, familia y sexualidad, y la vocación educadora de la familia. Se propone imponer la educación católica en las escuelas públicas y en los medios de comunicación, a fin de convertir a padres de familia y maestros en los confesores del siglo XXI, es decir, volver a la práctica de la confesión y al examen de conciencia, pero ahora en el ámbito familiar y escolar.

Nadie como Michel Foucault (Los anormales, FCE, 2001) estudió la importancia de la confesión como reguladora social ni las formas intrincadas para centrarse en las experimentaciones del cuerpo. “Antes del Concilio de Trento, entre los siglos XII y XVI, la confesión se centraba en las faltas contra cierta cantidad de reglas relacionadas con la fornicación: el acto entre personas que no están ligadas ni por votos ni por el matrimonio; el adulterio: el acto entre personas casadas, o entre una persona soltera y otra casada; el estupro: el acto que se comete con una virgen que lo consiente; el rapto: el secuestro por la violencia con ofensa carnal. Las caricias que no inducen a un acto sexual legítimo; la sodomía o consumación sexual en un vaso no natural; el incesto hasta el cuarto grado; y, por último, el bestialismo.”

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