La evolución de las especies no sigue una línea meritocrática

No sobreviven los que mejor se adaptan a las circunstancias, sino que las mutaciones siempre son azarosas y por ello sobreviven los que ante las nuevas circunstancias (climáticas, por ejemplo) han mutado previamente por azar y así coinciden con el nuevo escenario. Ni el hombre es la mejor especie del universo, ni este ser humano es la última etapa de ningún proceso evolutivo. Somos contingentes, somos por azar, somos tránsito y no hay una meta prefijada.

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