Víctor M. Toledo
Estamos llegando al final del principio, cuando un ciclo termina y
otro comienza. Los sátrapas de la mafia que domina a México insisten en que
debemos aceptar por el bien del país la democracia imperfecta que han
construido perversamente como única vía para que retorne la dictadura
perfecta. Hoy las urnas, símbolos de la democracia, han sido prostituidas
por los votos ilegítimos, los que proceden de la compra impía del único poder
civil del individuo, del voto convertido en nueva mercancía. Con el voto han
comprado el alma de millones de mexicanos. La democracia imperfecta es
entonces una democracia comprada, degradada, violada. En sentido estricto se
trata de una narcodemocracia, porque todo indica que el PRI movió
dinero ilícito procedente incluso del extranjero, como en Zacatecas.
Nada hay que pueda justificar una posición a favor de la imposición de EPN, pues se estima que el aparato del PRI y sus gobernadores compraron de 4 a 5 millones de votos, récord Guinness mundial, invirtiendo unos 5 mil millones de pesos (unos 385 millones de dólares). De lo anterior surgen dos sencillos teoremas electorales: la ventaja que da el PREP a EPN es menor al número de votos que sólo el SNTE habría comprado (ver http://canalpersuado.com), y si EPN gana por más de 3 millones de votos, de inmediato pierde por ¡6 millones de tarjetas! (ver: www.regeneración.com). Esta situación nos lleva de inmediato al pasado (1968, 1988 y 2006) en un nuevo ciclo de antidemocracia y corrupción política, pero que a su vez es cualitativamente diferente.
Sorpresas te da la vida: 2012 ya no es 2006. La resistencia ya no es solamente la que aglutina la izquierda electoral. Aunque AMLO la encabeza con mucha dignidad y responsabilidad, la protesta contra la tiranía trae oculta una fuerza mucho mayor: el poder ciudadano, que bien desplegado dará lugar a una revolución pacífica. La que sin tirar una sola piedra ni realizar un solo disparo removerá a la mafia que por 30 años ha explotado a la gran mayoría. Porque (casi) #Todossomosel99, empobrecido material y humanamente por el uno por ciento restante, en México existen ya las condiciones para hacer una nueva revolución que hará mil pedazos el régimen corrupto neoliberal y dará paso a una sociedad más libre, justa y decente. Si esto ha sucedido en otros países como Islandia, Egipto o Túnez, no tiene por qué no suceder aquí. Y esta será (ya está siendo) una revolución esencialmente cultural, autogestiva, ecológica, lúdica, digital, sicomágica, no épica sino tecnológica, donde no se cantará La Adelita o La Internacional sino Give me the power ¡… y que no será televisada!
¿Cómo? Cada individuo deberá superar el miedo, la desconfianza hacia el otro y la parálisis que lo neutraliza para repensar su vida, su mundo y su rol sociopolítico. Tras este paso esencial, la imaginación tomará el poder, y comenzaremos a pensar en una lógica nueva: dejaremos de planear dentro de la dimensión electoral que busca tomar el poder político para pasar a la construcción del poder social o ciudadano. Si los canales institucionales vía partidos y elecciones se cierran y se cancela este camino de transformación social, entonces comencemos a caminar nuevos senderos, que son tan válidos y legales como dentro de los que nos han
educado, y que se construyen de abajo arriba.
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