comienza a fraguarse en 1929, cuando Plutarco Elías Calles llama a transformar la educación y hacerla socialista. Después, con las reformas constitucionales y cuando, en efecto, se empieza a intervenir en la creación de los libros de texto para uniformar la educación básica, de manera que en las escuelas particulares se usaran obligatoriamente los libros autorizados por el Estado.
En paralelo, comenzó
esa pugna contra la historia oficial vista como una imposición que, en efecto, hay que combatir contrapuesta a la verdadera historia.
Para González Lezama
ahora nos toca vencer esa idea y terminar por descubrir que no existe realmente esa historia oficial y que los únicos censores que puede haber de la mala historia somos nosotros al estudiar y seleccionar muy bien los libros que vamos a leer.
El conocimiento de
los orígenes, allí estaríamos pensando ya en el inicio de un discurso oficial. Planteó que los profesores, en lugar de transmitir una visión del pasado, deben lograr que los estudiantes sean capaces de reconocer por qué y cómo se construyen las historias oficiales.
Otras características de los programas de estudio de la historia es que son enciclopédicos, además, se da el uso del memorismo, la repetición de contenidos, el hecho de que la historia oficial es de adultos y varones, finalmente, el aspecto teológico, es decir,
los mexicanos del pasado lucharon por ti, entonces no te toca hacerlo, sino disfrutar de ese México ensangrentado por la lucha en el pasado. Advirtió que la historia oficial
se mantendrá siempre y cuando la enseñanza mantenga estos rasgos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario