Establecido a nivel internacional por las compañías transnacionales. Este lenguaje transcurre por los caminos sofísticos que rigen la racionalidad economicista expresada en la ideología tecnocrática. El aparato publicitario se ha convertido en el mejor aliado del imperialismo económico de las empresas transnacionales. Sus slogans constituyen un medio de defensa del sistema y establecen una de las formas más sutiles del colonialismo: “Siéntase usted en Nueva York”, “El jabón predilecto de las damas de Londres y París.” En países como el nuestro la publicidad aprovecha los extremos de la mentalidad chauvinista: “Prefiero lo mío, prefiero lo mexicano”, “la mexicana alegría” y el extraño brandy narcisista que es “orgullosamente mexicano”. Este lenguaje ha demostrado su eficiencia en las tareas de la manipulación de la masa, hasta el extremo de que ha colonizado el lenguaje de la propaganda política. Ahora se vende la imagen de un presidente con las mismas técnicas con que se vende un detergente.
HUGO GUTIERREZ
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